jueves, 14 de febrero de 2008

¿PULMÓN DEL PLANETA?: CIENTÍFICOS ESTUDIAN LOS SECRETOS DEL AMAZONAS

DIARIO EL PAIS – 10/02/08.- Julio Tota se para en la cima de una torre de acero de sesenta metros, en el corazón de la selva del Amazonas, para observar el comportamiento de las corrientes de aire por encima de la marea verde, formada por las copas de los árboles, que se extiende hasta donde alcanza la vista. Como si no hubiera otro color.
Estas oleadas de niebla muestran a Tota, investigador brasileño del Experimento de Gran Escala sobre la Biosfera y la Atmósfera, la forma en que los llamados gases de efecto invernadero, emitidos por el material orgánico en descomposición dentro de la selva, no se elevan directamente hacia la atmósfera, como suponían los científicos. En vez de ello, quedan suspendidos y "revoloteando", algo que confunde a los científicos, quienes tratan de descifrar los secretos del bosque tropical más grande que queda en el mundo.

Hasta ahora, el estudio ha dejado más preguntas que respuestas. Algo que sorprende: los expertos ponen en entredicho la premisa de que el Amazonas es el pulmón del planeta. Una conclusión que inquieta: la tala selectiva tiene tanto impacto sobre el cambio climático como la práctica indiscriminada.

El experimento, que es encabezado por expertos brasileños pero financiado por la NASA y la Unión Europea (UE), tiene 15 puestos de observación emplazados sobre una zona de selva tropical -7.000.000 kilómetros cuadrados- que forma una superficie mayor que Europa.

"Lo que hemos aprendido es que el bosque húmedo del Amazonas es mucho más frágil y complejo de lo que habíamos imaginado", dijo Tota. "Mi investigación es muy específica: busca mostrar porqué todas nuestras mediciones son probablemente erróneas".

Eso significa reconocer que cuando el experimento se acerca al fin de su primera etapa, los datos obtenidos han generado más preguntas que respuestas.

En base a ello, los científicos pueden afirmar con certeza que el Amazonas no es ni el pulmón ni el sistema de aire acondicionado del planeta. Los vapores atrapan también el calor, al reflejar la luz de vuelta a la Tierra, al igual que lo hacen los gases de efecto invernadero.

Entonces la pregunta es: ¿funciona el Amazonas como un sistema que absorbe el anhídrido carbónico (CO2) o es en realidad una fuente de esos gases, principalmente debido a la forestación y a la combustión, que han devorado un promedio de 20.000 kilómetros cuadrados de la selva en la última década? Aún no se sabe.

Para ofrecer una respuesta más contundente, la segunda fase del estudio involucrará a dos aviones que medirán las emisiones a mayores alturas en la atmósfera, para aclarar definitivamente si el Amazonas absorbe más CO2 del que produce.

Por el momento, las simulaciones por computadora dan un primer diagnóstico sobre el eventual efecto de la destrucción del Amazonas. Los científicos predicen que una consecuencia sería la alteración de los patrones globales del clima: períodos de sequía en zonas tan lejanas como los principales territorios productores de cereales de Estados Unidos y la transformación de la selva amazónica en una vasta sabana. Ante los evidentes efectos del calentamiento global, las respuestas se han hecho urgentes.

DEFORESTACIÓN

"Si uno talase todos los bosques tropicales del mundo, aumentaría un 25% las concentraciones de CO2", advierte Carlos Alberto Nobre, presidente de la junta de la comisión Científica sobre los Programas Internacionales de la Geósfera y Biósfera. "Es importante mantener intactos los bosques, porque estamos en una crisis y resulta importante no alcanzar el punto crítico del que ya no podamos regresar", agregó.

Si se conserva el 80% del Amazonas que aún existe, ello limitaría los efectos de los gases invernadero. Si se destruye, se aceleraría el proceso de calentamiento global, al emitir hacia la atmósfera 100.000 millones de toneladas de CO2, casi lo que genera todo el mundo en diez años. Brasil figura en el puesto 13 en la lista de los países que emiten más gases de efecto invernadero, pero trepa hasta el cuarto y sexto lugar si se incluye la destrucción de la selva tropical.

La deforestación y quema en el Amazonas -enfocada en el 70% de los casos en la adecuación del terreno para la cría de ganado de la que Brasil es el principal exportador de carne bovina- emiten ya unos 400 millones de toneladas de CO2 al año, y representan entre el 60% y el 80% de las emisiones de gases nocivos por parte de Brasil. Cada hectárea de bosque lluvioso que sigue intacta saca de la atmósfera entre 0,1 y 0,6 toneladas de CO2 al año, mediante la fotosíntesis.

Entonces, si tanto la tala responsable como la deforestación indiscrimanda causan el mismo efecto, se generan dudas sobre la capacidad de una industria forestal consciente de salvar la selva, dijo Diane Wickland, coordinadora del Programa de Ecología Terrestre de la NASA. "Analizamos qué significa todo esto para la perspectiva de sustentabilidad del Amazonas, y cómo podemos informar mejor a los encargados de tomar decisiones, sobre la productividad sustentable y el uso de la tierra", explicó.

En todo caso, las medidas que se tomen a favor del cuidado de la zona deben tener en cuenta la amplia gama de distintos ecosistemas y microclimas que componen el Amazonas. En ese sentido, los expertos diseñan modelos adecuados de desarrollo para cada microregión, que van desde moderar la tala hasta fomentar la fruticultura y cosechar de manera controlada los productos del bosque.

"Después de Bali (sede de la cumbre climática convocada en diciembre pasado), es esencial que Brasil estructure una reducción decidida en la deforestación, con metas bien establecidas", dijo Paulo Artaxo, profesor de física ambiental en la Universidad de San Pablo.

El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula Da Silva, ha encabezado los esfuerzos para controlar la acción humana sobre el Amazonas. No obstante, la recuperación del "pulmón del planeta", llevando a cero la emisión de gases, costaría entre 3.000 y 8.000 millones de dólares. De lo contrario, el mundo necesitará un respirador artificial.

La mayor selva tropical en riesgo

La Amazonia es la selva tropical más extensa del mundo. Cuenta con una extensión de siete millones de kilómetros cuadrados que se reparten entre nueve países: Brasil (que posee más del 50%), Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú (que tiene más del 13%), Surinam, Venezuela y la Guyana Francesa.

En 2004, Brasil produjo 334 millones de toneladas de CO2. Ya con esas cifras ocupa el primer lugar de Sudamérica en la lista de los países más contaminantes.

Ese mismo año se estimó que el 75% de las emisiones de CO2 por parte de Brasil eran consecuencia de la deforestación del Amazonas.

De ese porcentaje, el 70% está relacionado a quemas para acondicionar grandes predios que permitan la cría intensiva de ganado, principalmente bovino. Brasil es el mayor exportador mundial de carne bovina.

Si se mantiene el ritmo de deforestación actual, la Amazonia perdería 670.000 kilómetros cuadrados, lo que equivaldría al 21% de su actual espacio verde para el año 2030.Los expertos brasileños pronostican que para 2099 el calentamiento global convertirá el 18% de la Amazonia de una selva a una sabana. Se estima que el cambio climático podría causar a largo plazo un aumento de la temperatura de la Amazonia de14 grados

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